En la región de Trás-os-Montes, justo debajo del Parque Natural de Montesinho, está Bragança, una ciudad histórica con dos caras. En una parte, hay el casco antiguo, protegido por almenas medievales y con un castillo en una colina; por otro lado, la zona nueva, con sus blancas casas urbanas y con el río Fervença a sus pies.
La mayoría de atracciones turísticas de Bragança están dentro de la fortaleza, pero también vale la pena explorar el exterior para estar en contacto con la naturaleza y relajarse en las playas fluviales.
Seguidnos y os enseñaremos las mejores cosas de Bragaça, incluyendo recomendaciones de dónde comer y dónde alojarse si es que decidís pasar la noche ahí.
El casco antiguo de Bragança se encuentra dentro de los muros de una fortaleza del Siglo XII. Para llegar hasta allí, tendréis que ir dirección a la torre. Dentro, encontraréis restaurantes, tiendas artesanales y muchos de los paisajes típicos de la ciudad, como por ejemplo el castillo. Este data del Siglo XV y se trata de una de las imágenes más características de Bragança. Actualmente contiene el Museo Militar, que muestra una colección de armas, espadas y armaduras, que datan desde la época medieval hasta la época de la dictadura. Una vez hayáis visto la exhibición, aseguraros de subir hasta arriba, a unos 33 metros de altura y disfrutad de las vistas panorámicas de la ciudad y del Parque Natural de Montesinho. Las murallas están bien conservadas, y podréis caminar por el centro desde ahí.
A pocos pasos del castillo, encontraréis la Igreja de Santa María. Data del Siglo XVI, y es una de las iglesias más antiguas de la ciudad. Se ha ido reformando a lo largo de los siglos, así que muestra una mezcla de estilos, desde renacentista hasta barroco. La puerta principal destaca por sus dos columnas ornamentadas, pero vale la pena entrar para ver su opulento altar y su brillante pintura en el techo representado la Asunción.
Al lado de la iglesia, encontraréis el Domus Municipalis. Este edificio pentagonal es uno de los pocos ejemplos de la arquitectura románica en Portugal. Los historiadores no están seguros de su data exacta, pero algunos estiman que es del Siglo XIII o XIV. Por encima de sus ventanas semicirculares hay medallones tallados que decoran, tanto su exterior como su interior. Su techo de terracota fue añadido durante el Siglo XX, mientras era restaurado.
Abierto desde 2007, este pequeño museo muestra coloridas vestimentas de festivales usados en la región de Trás-os-Montes y en Zamora, España. Por sus tres plantas, veréis vestimentas completas usadas durante carnavales y otras festividades locales, y también una selección de máscaras de madera tallada, todo esto mientras escucháis música tradicional.
Establecida en el Siglo XVI, la Igreja de São João Baptista fue la primera catedral de Bragança. Su entrada renacentista destaca entre sus blancas paredes, igual que el campanario con sus ventanas en arco. Dentro, un altar dorado constituye en epicentro, y hay acceso a un pequeño patio rodeado de claustros.
En 2001, la ciudad adquirió una nueva catedral, situada a pocos pasos de la antigua. La Igreja de Nossa Senhora Rainha es una iglesia contemporánea diseñada por el arquitecto Vasallo Rosa. Vale la pena entrar para ver sus impresionantes paneles de cerámica detrás del altar.
Por la tarde podéis dar un paseo por el Corredor Verde do Fervença. Este verde camino tiene dos secciones: una que va desde el castillo hasta la Rua dos Batoques y otra que va desde Batoques hasta el Ponte do Fervença. Os sugerimos que cojáis la ruta desde Rua dos Batoques y que la sigáis hasta el río. Podéis ir parando por el camino para hacer un picnic o para sentaros en un banco para admirar las vistas.
Vale la pena desplazarse hasta Casto de Avelãs, en las afueras de Bragança, para ver el impresionante monasterio benedictino. Construido durante el Siglo XII, sobresale con sus tres capillas absidales. Las paredes exteriores muestran un patrón de arcadas ciegas que se diferencia de cualquier otro monasterio en el país. Pegada a esta prominente estructura, encontraréis una humilde iglesia del Siglo XVIII.
Dirigiros al Sur de Bragança, y acabaréis en este increíble embalse de agua. Albufeira do Azibo es un paisaje protegido y es el hogar de una gran variedad de especies de pájaros, desde águilas hasta garzas y cigüeñas. Es una zona ideal para la observación de aves, y hay muchos caminos señalizados para ir en bici o hacer senderismo. En verano, multitud de locales se dirigen al embalse para nadar en Fraga da Pegada o en la Praia da Ribeira, dos playas excepcionales que rodean el lago. También se pueden alquilar canoas y botes de pedales. Si venís durante la temporada de carnaval, tenéis que parar en el pueblo de Podence y uniros a las fiestas folclóricas tradicionales.
Si os quedáis unos días en la ciudad, hay muchos sitios que podéis visitar. Podéis ir a otros museos como el Museu do Abade de Baçal o al Centro de Arte Contemporânea Graça Morais.
El primero presenta pinturas y objetos religiosos, el otro es un museo de arte contemporáneo dedicado a la pintora portuguesa Graça Morais.
Para las familias que viajen con niños, el Centro Ciência Viva de Bragança ofrece una variedad de juegos científicos interactivos. Dentro del museo, también hay la Casa da Seda, que incluye una exhibición de la tradicional producción de seda en la región.
Los amantes de la naturaleza deberían dirigirse hacia el norte y explorar el Parque Natural de Montesinho. Este paisaje protegido se alarga unas 70,000 hectáreas y rebosa de vida silvestre. Aquí podréis ver muchas especies, desde el lobo ibérico en las montañas hasta nutrias abajo en el río. Es la localización perfecta para hacer senderismo o ciclismo, y hay muchos caminos para seguir.
En verano, podéis ir a nadar en la playa fluvial, como la Praia Fluvial de Fresulfe o la Praia da Soeira. Dentro del parque también hay algunas aldeas remotas que vale la pena visitar, como Montesinho y Rio de Onor. La primera tiene el centro de interpretación del parque, mientras que la última se encuentra justo en medio de la frontera con España, con casas de esquisto en ambos lados del río.
Braganca cuenta con numerosas actividades para hacer con niños. Las familias pueden explorar el castillo de la ciudad, así como disfrutar de la exhibición de máscaras y disfraces en el Museu Ibérico da Máscara e do Traje.
A las afueras de la ciudad encontraréis el Centro Ciencia Viva de Bracanca, un museo interactivo con juegos de ciencias. Allí también encontrarás la Casa da Sada, una exhibición sobre la producción de seda en la región.
Si prefieres disfrutar de la naturaleza, podéis hacer senderismo por el Parque Natural Montesinho, interactuar con animales en el Parque Biológico de Vinhais o admirar las estrellas desde el Parque Natural Regional do Vale do Tua.
Hay muchos restaurantes en Bragança donde podréis disfrutar de la comida o de la cena, algunos en el centro y otros más alejados.
Si queréis comer cerca del centro, Solar Bragancano es vuestra mejor opción. Situado enfrente de la antigua catedral de Bragança, este tradicional restaurante se especializa en platos de caza, como el jabalí y el faisán. En verano, podéis sentaros en su terraza exterior. También por esa zona tenéis O Batoque, una pequeña taberna con un menú dedicado a las setas. Solo abre a la hora de cenar, pero vale la pena hacerle una visita.
Os recomendamos otros tres restaurantes más alejados del centro: O Abel, Bela Época y O Careto. Situado en la aldea de Gimonde, O Abel es un restaurante y un hotel. Sirve platos de deliciosa carne asada y postres caseros como la tarta de castaña. Bela Época está escondido cerca de la pista de carreras de Bragança, pero vale la pena acercarse para probar su bacalao o sus brochetas de carne. Por último, el restaurante O Careto está situado en el Parque Natural de Montesinho, donde podréis probar la Posta Mirandesa, un plato tradicional de carne típico de esta región.
Desde hoteles boutique hasta propiedades rurales rodeadas por la naturaleza, Bragança ofrece una gran variedad de opciones de alojamiento. Aquí debajo encontraréis algunas de nuestras sugerencias:
El tiempo en Braganza varía enormemente de invierno a verano, con temperaturas que oscilan entre los 0ºC y los 30ºC. La primavera es la época ideal para visitarla si desea asistir al tradicional carnaval, mientras que el verano es perfecto para realizar actividades al aire libre como natación y senderismo. Si tiene suerte, también podrá disfrutar de algunos días más cálidos a principios de otoño. El invierno, sin embargo, puede ser bastante frío, y en algunas zonas puede incluso nevar.
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