Jardines exóticos, piscinas naturales de agua salada y increíbles vistas de montañas os esperan en Madeira.
Esta isla es famosa por su clima caluroso que está presente todo el año, también por su vino fortificado y sus deliciosas frutas tropicales. Para los amantes de la naturaleza, hay rutas de senderismo conocidas como levadas que siguen los canales de riego y pasan por espectaculares miradores.
Da igual si llegáis en crucero o en avión, Funchal va a ser vuestra primera parada. Como la capital de Madeira, esta ciudad es una buena base para explorar la isla y además tiene una gran variedad de atracciones turísticas. Los visitantes pueden alquilar un coche, subir en los buses locales o unirse a una visita guiada para conocer otros pueblos.
Aquí debajo encontraréis un itinerario de 3 días por Madeira, incluyendo consejos sobre qué ver, dónde comer, y dónde alojarse. Comenzamos el viaje en Funchal y después nos dirigimos hacia el oeste y el norte de la isla. Si os quedáis un par de días más que nosotros en Madeira, también tenéis recomendaciones de viajes de un día.
Frutas tropicales reposan en cestos, y pimientos picantes cuelgan en los estantes de este animado mercado en el corazón de Funchal. Diseñado por el arquitecto Edmundo Tavares, este llamativo edificio art-deco ha sido un punto de intercambio de productos frescos desde 1940. Cada día locales y turistas lo visitan para oler y saborear los ingredientes únicos de la isla, como plátanos o maracuyás. Aunque la fruta se lleva casi todo el protagonismo, tampoco podréis evitar ver los mosaicos que adornan las paredes y las mujeres vestidas con los atuendos tradicionales de Madeira. Si visitáis el mercado durante la mañana, podréis ver a los pescaderos preparando los sables de Madeira y otro marisco local.
Desde el mercado, nos dirigimos hacia Rua de Santa Maria, una de las calles más antiguas de Funchal. Data del Siglo XV y es famosa por sus coloridas puertas. La iniciativa llamada Arte de Portas Abertas (Arte de Puertas Abiertas) empezó en 2010 cuando el ayuntamiento invitó a artistas para renovar las puertas y las entradas de la calle. Actualmente, si pasáis por allí, encontraréis más de 200 puertas pintadas entre cafés y restaurantes.
Después de admirar el street art, cogimos el funicular de Funchal desde el paseo marítimo hasta el barrio de Monte. En unos 10 minutos, llegamos a lo alto del monte y tuvimos vistas del mar durante el trayecto. Las vistas panorámicas de la ciudad son lo primero que veréis cuando lleguéis a Monte, pero hay muchos otros motivos por los que visitar el área.
Perderos en los Jardines Tropicales de Monte Palace, un jardín exótico repleto de esculturas, fuentes y plantas tropicales.
Después, dirigiros hacia la Igreja da Nossa Senhora, una iglesia barroca enmarcada en una escalera. Finalmente, pasead hasta el Parque Municipal, otro tranquilo parque rodeado de árboles centenarios y fuentes.
Podéis subir en el funicular para ir de vuelta a la ciudad, pero nosotros decidimos ir en tobogán. El viaje empezó cerca de la Iglesia de Monte y acabo en Estrada do Livramento. En el pasado se usaban para transportar mercancía, pero actualmente los toboganes de mimbre son una divertida atracción turística, llevando a los visitantes rápidamente hacia abajo del monte. Los conductores, vestidos de blanco, nos empujaron por la carretera hasta que llegamos a Livramento. Desde ahí, tenéis que coger un bus o un taxi hasta el centro de Funchal.
Nos pasamos la tarde explorando el casco antiguo de Funchal. También conocido como Zona Velha, es allí donde encontraréis la mayoría de atracciones históricas de la ciudad, como la catedral y el Colegio Jesuita.
La entrada de la catedral, que data del Siglo XVI, destaca por una mezcla de mosaicos y sus paredes blancas. Por un tiempo fue una de las diócesis más grandes del mundo, abarcando Madeira y otros territorios portugueses como Angola y Brasil. Entrad para admirar el techo ornamentado y el altar que consta de un retablo gótico.
Desde la catedral, podéis andar hasta la iglesia Jesuita. Acabada en 1647, tiene un lujoso interior barroco con mosaicos azules y blancos, retablos dorados y techos pintados. Si tenéis tiempo, también podéis subir a la torre de la iglesia.
En Funchal, hay muchos sitios donde comprar recuerdos tradicionales. Os recomendamos Armazém do Mercado, Caravel Art i Bordal. Situado detrás del Mercado dos Lavradores, Armazém do Mercado contiene varias tiendas boutique, cafeterías y un museo del juguete. Aquí podréis encontrar una mezcla de artesanía tradicional y moderna diseñada por artistas locales. El Centro de Arte Caravel es una galería de arte, pero también podréis encontrar algunos artículos artesanales en su tienda de regalos. Finalmente, Bordal es una tienda fundada en 1962 que vende bordados tradicionales de Madeira. Podéis visitar su fábrica en la Rua Fernão Ornelas. ¡También tienen una sucursal en el aeropuerto, por si necesitáis un recuerdo a última hora!
Después, nos dirigimos hacia Blandy’s Lodge, para probar un poco del vino local. El vino de Madeira es una bebida fortificada que envejece a través del calor. Puede ser desde seco hasta dulce, y normalmente tiene sabor a caramelo y nueces tostadas. Blandy’s es uno de los productores del vino de Madeira más famosos, y podréis visitar sus bodegas en Funchal. Nosotros nos apuntamos a uno de sus recorridos por la tarde y aprendimos como transforman las uvas en vino y como lo almacenan. Este recorrido de 45 minutos acabó con una visita al museo y una muestra de su vino.
Acabamos nuestro primer día en Funchal con un paseo por el paseo marítimo. Este paseo, repleto de palmeras, es el sitio perfecto para disfrutar de las vistas del océano y de las montañas que se levantan por detrás de la ciudad. Empezamos por el puerto y después seguimos por la Avenida do Mar hasta la Praça do Povo.
Si os apetece, también podéis parar en el Parque Santa Catarina, unos grandes jardines públicos que tienen un lago artificial, una capilla y un parque infantil.
En nuestro segundo día en Madeira, nos desplazamos hasta las montañas. Si vais en coche, os tomará algo menos de una hora llegar hasta el Pico do Arieiro, el tercer pico más alto de la isla. Tiene una altura de 1818 metros y ofrece unas vistas increíbles del paisaje, especialmente en un día despejado, cuando incluso podréis ver la Isla de Porto Santo. Visitamos dos miradores por la zona, el Miradouro do Juncal y el Miradouro de Ninho da Manta, donde las nubes parecían estar igual de altas que nosotros. Desde el Pico do Arieiro podéis hacer una caminata hasta la montaña más alta de Madeira, Pico Ruivo. Esta caminata os llevará entre 2 y 3 horas así que aseguraros de venir preparados.
Desde Pico do Arieiro, continuamos hacia el oeste hasta Curral das Freiras, también conocido como el Valle de las Monjas. Durante el Siglo XVI, este valle albergaba un convento, de aquí viene este nombre. Este valle era el sitio perfecto donde esconderse de los ataques piratas de la época, ya que está protegido por montañas empinadas. Actualmente, la gente lo visita por sus impresionantes vistas y para seguir sus rutas de senderismo. Antes de llegar al centro del pueblo, visitamos el Miradouro do Paredão y el Miradouro Eira do Serrado. El primero tiene dos partes, una que da a Funchal, y otra que da a Curral das Freiras. Eira do Serrado también da a Curral das Freiras, pero un poco más cerca. El pueblo es muy tranquilo, y es famoso por sus castañas, que tienen mucho protagonismo en los platos locales, como sopas o pasteles. Incluso tienen un festival dedicado a las castañas, que es en noviembre.
Después de explorar Curral das Freiras, nos dirigimos hacia el sur para visitar Câmara de Lobos. Incluso si no tenéis coche, podéis visitar este pequeño pueblo pesquero fácilmente. Hay buses directos desde Funchal que os llevarán hasta aquí en unos 20 minutos. Vale la pena venir para ver las coloridas barcas en la orilla y disfrutar de alguna bebida en uno de sus bares locales.
No muy lejos de Câmara de Lobos encontraréis el pasaje elevado de Cabo Girão. Esta sorprendente plataforma se levanta 580 metros del nivel del mar. Es el segundo acantilado marino más alto del mundo, y ofrece unas increíbles vistas panorámicas. Si sois lo suficientemente valientes, podéis acercaros al borde del acantilado, donde el suelo transparente os permitirá ver el agua directamente.
Durante nuestro último día, decidimos explorar la costa norte de Madeira. Comenzamos en São Vicente, con una visita a las cuevas volcánicas. Desde Funchal, os tomará unos 40 minutos llegar a estos túneles históricos bajo tierra. El recorrido incluye ir por los tubos de lava y acaba en el Centro do Vulcanismo, un centro interactivo donde podréis aprender más sobre el origen volcánico de Madeira. Este pueblo también tiene una iglesia y una pequeña capilla del Siglo XVII tallada en una roca.
Nuestra próxima parada fue Seixal, un pueblo costero ubicado entre São Vicente y Porto Moniz. De camino, paramos en el Miradouro do Véu da Noiva, un mirador que da a una cascada que parece un velo de novia (Véu de Noiva) mientras cae.
Mientras os acercáis al pueblo, encontraréis varios sitios donde ir a daros un chapuzón, incluyendo dos playas: Praia do Porto do Seixal y Praia da Laje. Si seguís bajando por la carretera, llegaréis a las piscinas naturales, con sus atractivas aguas cristalinas y sus arcos rocosos. Incluso si no entráis al agua, vale la pena venir para disfrutar este paisaje natural.
Por la tarde, regresamos a Funchal y visitamos los Jardines Botánicos de Madeira. Podréis llegar a través de un funicular desde el barrio de Monte, coger un bus o, si tenéis coche, conduciendo directamente. Los jardines se alargan unos 80.000 metros cuadrados, y presentan una gran variedad de plantas, desde cactus hasta coloridos arbustos y árboles exóticos. Además, como se encuentra encima de un monte, os ofrecerán unas vistas maravillosas de la ciudad.
Para acabar con nuestro viaje por Madeira, fuimos a un bar local y probamos una copa de Poncha. Se trata de otra bebida típica de la isla, hecha a base de aguardiente, azúcar, miel y zumo de naranja o de limón. Hay varios bares en Funchal que lo sirven, pero os recomendamos que lo probéis en el Bar Number Two.
Porto Santo es otra isla que pertenece al archipiélago de Madeira. Si pasáis un par de días en la región, vale la pena visitar esta pequeña isla famosa por sus playas vírgenes y sus aguas cristalinas. Podéis volar hasta allí directamente desde Lisboa o si estáis en Funchal, coger el ferry y llegaréis en 2 horas.
No hay escasez de hoteles en Funchal, pero no tenéis que pasar toda vuestra estancia en la ciudad. Aquí debajo encontraréis 4 recomendaciones de hoteles, dos en Funchal, uno en la costa este y otro en la costa oeste.
Porto Santa Maria es un hotel de 4 estrellas situado en el paseo marítimo de Funchal. Se encuentra solo a unos pasos del centro histórico, y os permitirá explorar las principales atracciones turísticas de la ciudad caminando. Sus huéspedes tienen acceso a sus dos piscinas, un spa, una sala de fitness y una terraza con jacuzzi con unas vistas increíbles de la ciudad.
Encontraréis el Belmond Reid’s Palace en el borde de un acantilado cubierto de hierba y que da al mar. Situado a unas millas del centro de la ciudad, este hotel de 5 estrellas lleva funcionando más de 100 años. Ofrece todo tipo de servicios de lujo, incluyendo una pista de tenis, un spa, una infinity pool, y un restaurante con una estrella Michelin. Incluso si no os quedáis a pasar la noche, os recomendamos que paséis por aquí para tomar el te de la tarde.
Situado en Calheta, el Savoy Saccharum Resort & Spa es el sitio ideal para quedarse si queréis explorar la parte oeste de la isla. Este moderno complejo ofrece 243 habitaciones, y su gran mayoría tienen balcones privados y vistas al mar. Sus huéspedes pueden disfrutar de tres piscinas exteriores, una pista de squash, un club de fitness y un spa que incluye un baño turco, sauna, y un jacuzzi. Sus empleados también pueden organizaros una gran variedad de actividades por la isla, incluyendo recorridos con catamarán, golf, surf o excursionismo.
Si os dirigís a la parte este de la isla, os recomendamos que os alojéis en Quinta do Lorde. A primera vista, este complejo de Maderia parece un pequeño pueblo, con sus grupos de casas rodeadas por el mar. Podéis reservar una habitación o un apartamento entero si viajáis en familia. Sus instalaciones incluyen una pista polideportiva, piscinas exteriores, e incluso una capilla. Enfrente del hotel hay una pequeña playa de piedras y una piscina de agua salada. También hay un pequeño puerto cerca que ofrece viajes en barco.
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