Imponentes montañas, castillos ancestrales, playas cristalinas y lagos escondidos: todo esto es lo que Mallorca, la isla más grande del archipiélago balear, tiene para ofrecer al visitante.
Además de relajarse en el paseo marítimo y visitar los principales atractivos turísticos de la isla, como la catedral gótica de la Palma o el llamativo castillo Bellver, Mallorca también ofrece una infinidad de posibilidades para aquellos que prefieran sumergirse de lleno en su cultura, como los pueblos de montaña de Fornalutx y Valdemossa, los museos de arte contemporáneo y los viñedos.
A continuación, presentamos un itinerario de 5 días con las principales atracciones turísticas y playas para visitar en Mallorca, además de reseñas de los mejores sitios para comer y alojarse.
Recomendamos hacer la primera toma de contacto con Mallorca en su capital, Palma. Después de dejar la maleta en el hotel, no hay plan mejor que caminar por el paseo marítimo en la zona de Parc de la Mar, donde hay un enorme lago artificial que refleja la catedral de la ciudad. Además, este parque suele recibir numerosos festivales como el de Sant Joan o el de Fiesta Flexas. Por otro lado, si lo que se busca es la instantánea perfecta, no hay mejor lugar que las antiguas murallas en el Passeig Dalt Murada, donde se obtendrán unas vistas privilegiadas de la ciudad.
La Catedral de Mallorca, también conocida como La Seu, destaca en el paisaje de la capital balear gracias a sus imponentes chapiteles, por lo que resultaría difícil pasarla por alto. Su construcción comenzó en 1229, pero fueron necesarios más de 400 años para acabar esta obra de arte que, en su portada, combina elementos góticos y renacentistas. Fueron Antoni Gaudí y Miquel Barceló los que diseñaron el maravilloso interior de esta catedral y, prueba de ello, es la huella que dejaron en el altar y en la Capilla del Santísimo. La visita a esta catedral finaliza una vez se sube a las terrazas de la azotea para admirar la torre campanario y los contrafuertes y para pasear alrededor de las torres principales mientras se disfruta de unas vistas increíbles a la ciudad. Esta es también la mejor forma de admirar de cerca el impresionante rosetón de la fachada trasera.
A tan solo unos minutos de la catedral mallorquina, se encuentra el Palacio Real. Este palacio, que en su origen era una fortaleza árabe, fue transformado en una residencia para la familia real en el siglo XIII. Con el paso del tiempo, los monarcas se acabaron trasladando al Palacio de Marivent, pero siguen acudiendo al Palacio Real para celebraciones especiales. Dentro del palacio hay una colección de arte muy bonita que incluye cuadros, muebles y tapices. Además, este palacio tiene techos de estilo mudéjar, un patio de armas con una fuente presidida por leones, y la capilla gótica de Sant’Anna.
Estos jardines de cuento de hadas se crearon en el siglo XIV como parte del Palacio Real. Antiguamente se usaban para plantar verduras, árboles frutales y flores, sin embargo, la renovación del arquitecto Gabriel Alomar en 1960, quien, entre otras cosas, añadió una pérgola y fuentes de estilo árabe, hizo que hoy en día el jardín S’Hort del Rei se haya convertido en un espacio público donde los visitantes pueden pasear y descansar bajo la sombra de los árboles.
Cerca de los jardines se encuentra la Lonja de Palma, uno de los edificios civiles más bonitos de Mallorca. Fue construida en 1426 y antes era la sede de la bolsa de la ciudad, pero ahora funciona como centro cultural que acoge exposiciones temporales. Aunque su finalidad ha cambiado, su estructura gótica sigue siendo prácticamente la misma, con sus columnas en espiral y sus techos abovedados.
España es mundialmente conocida por sus concurridas plazas de abastos, y la de Mallorca no es una excepción. En Palma se encuentra el Mercado de Santa Catalina, un mercado que ofrece una gran variedad de puestos de productos frescos, además de bares de tapas como el Can Frau, donde siempre dan a probar algunas de las delicias gastronómicas locales que preparan. Después de visitar el mercado, una buena opción es pasear por el vecindario de Santa Catalina, que es famoso por sus coloridas casas pesqueras y sus modernas tiendas de diseño.
La Plaça de Cort es una plaza con mucho encanto que merece la pena visitar. En ella se encuentra el ayuntamiento de Palma, famoso por su ornamentada fachada del siglo XVII y por ser el lugar de celebración del Año Nuevo para los mallorquines. Otro lugar que merece la pena visitar es el Olivera de Cort, un olivo de 600 años de antigüedad que, al contrario de lo que se pueda pensar, no creció en la plaza, sino que nació en la localidad de Pollença y fue trasladado su ubicación actual en 1989 como símbolo de la paz.
La ruta turística prosigue en una bonita mansión del siglo XVII que se ha convertido en un museo de arte conocido como Museu Fundación Juan March. En él hay una pequeña colección de cuadros y esculturas de artistas famosos entre los que cabe destacar Picasso, Miró, Dalí, Julio González, Juan Gris y Eduardo Chillida. La exposición abarca varias épocas y presta especial atención al arte español del siglo XX.
La mañana del segundo día en Mallorca comienza con la visita al Museo de Arte Moderno y Contemporáneo Es Baluard. Esta galería fue construida en el siglo XXI y combina el uso del hormigón con antiguas murallas renacentistas que llevan ahí desde hace siglos. Es Baluard es una de las mejores y más completas galerías de arte de la isla y esto se percibe en la exhibición permanente del museo que incluye obras de artistas como Barceló, Picasso y Miró.
Para aprender más de Miró la Fundació Miró en las afueras de Palma es una parada obligatoria. Este espacio, que sirvió de casa y de lugar de trabajo para Miró durante más de 30 años, está conformado por tres edificios rodeados por jardines con unas increíbles vistas al mar. El interior del estudio fue diseñado por el arquitecto y amigo de Miró Josep Lluís Sert. Por otro lado, la sala de exposiciones, conocida como Sala Estrella, fue diseñada por Rafael Moneo. En ella hay más de 2500 obras de Miró, desde sus primeros bocetos a carboncillo hasta cuadros y esculturas que también se pueden admirar en el exterior.
La siguiente parada es Puerto Portals, un concurrido puerto deportivo repleto de lujosos yates y coches que se encuentra a 9 km de Palma. Durante el verano esta zona recibe a numerosas personalidades famosas como Paris Hilton, Brad Pitt o Bill Gates. ¿La mejor forma de verles?: Paseando por el muelle, entrando en las exclusivas boutiques de diseño, comiendo en lujosos restaurantes y admirando las exclusivas mansiones de la zona.
Magaluf es mundialmente conocida por su vida nocturna y por ser el destino turístico favorito de muchos turistas, sobre todo británicos, que solo vienen con la idea de salir de fiesta. Sin embargo, esta ciudad también tiene muchos atractivos turísticos durante el día como la Playa de Magaluf, los parques acuáticos y los campos de golf.
Magaluf es solo una pequeña parte de la costa de Calvià, que tiene 50 km de longitud. Para aquellos que vayan en busca de la tranquilidad recomendamos ir a la Cala Vinyes en el sur, o a la Playa de Palmanova en el norte. Además, en esta última hay numerosos bares y cafeterías donde parar a tomar algo de beber o de picoteo y también escuelas para practicar deportes acuáticos como el buceo. Otras playas que cuentan con mucha popularidad son las Playas de Paguera y la Cala de Santa Ponça. Por otro lado, la localidad de Vila Calvià y su bonita iglesia de Sant Joan Baptista también son merecedoras de una visita.
Binissalem es una localidad rural ideal para catar algunos de los mejores vinos locales ya que cuenta con el sello de Denominación de Origen. Tras explorar la ciudad, las bodegas locales esperan a los visitantes para hacer una cata de vino. Entre las mejores bodegas destacan Bodegas Oliver, Vins Nadal, Tiana Negre y ANA Vins.
Este palacio, que se encuentra cerca del acantilado de Cala Major, es donde veranea la familia real. El nombre del palacio, Marivent, lo define a la perfección, ya que significa “mar y viento” en mallorquín. A pesar de que el palacio no se puede visitar, sí que se puede pasear por sus jardines y admirar las esculturas de Miró cuando la realeza no se encuentra allí.
Cerca del palacio real se encuentra el Castillo de Bellver, uno de los principales atractivos turísticos de la isla. Subir al castillo es bastante fácil, ya que se puede ir en autobús o subir andando por un camino. Este maravilloso edificio de forma circular data del año 1300 y es uno de los pocos de este tipo en España. A lo largo de los siglos ha tenido muchas funciones, como residencia de la realeza, prisión militar y fábrica de moneda. Una vez allí, recomendamos visitar el Museo Municipal de Historia en la planta baja del castillo ya que recoge toda la historia de Mallorca, desde sus inicios hasta la actualidad. Después de visitar el museo solo queda admirar las increíbles vistas al bosque que rodea el castillo y a la costa en la lejanía.
Para la tarde recomendamos empezar explorando el emblemático pueblo de Montuiri. En los alrededores del pueblo hay antiguos molinos de piedra, además de pequeñas casas medievales entremezcladas con inmensas mansiones en el campo. Es su entorno lo que hace a Montuiri el lugar ideal para escapar de la bulliciosa Palma.
Después de Montuiri la ruta prosigue en Manacor, la segunda ciudad más grande de Mallorca. Allí es imprescindible visitar tanto la iglesia de Nostra Senyora dels Dolors como las tiendas locales donde se venden las famosas perlas mallorquinas y el Rafa Nadal Museum Xperience, con divertidos simuladores deportivos.
El cuarto día empieza en la carretera en dirección a la Torre del Verger. Esta atalaya construida en 1579 es la que se encuentra en muchas de las postales que se venden en tiendas turísticas en Mallorca. La Torre del Verger se encuentra al borde de la costa, lo que lo hace el lugar perfecto para hacerse fotos con vistas al mar. Además, esta torre se encuentra cerca de la tranquila ciudad de Estellencs, merecedora, sin duda, de una visita.
A un kilómetro de la torre se encuentra el pueblo de Banyalbufar que, a pesar de ser pequeño, merece la pena una visita, ya que se encuentra entre las montañas de la sierra de Tramontana. Recomendamos pasear por el centro histórico de la localidad además de visitar su puerto Es Port des Canonge y sus playas como Cala Banyalbufar, Son Bunyola y Es Corral Fals.
Valldemossa es una de las localidades más románticas y elegantes de Mallorca y también se encuentra rodeada por montañas. Este pueblo es conocido por ser el lugar donde el compositor polaco Chopin y la novelista francesa George Sand comenzaron su romance. En honor a ellos hay un museo que cuenta su historia y que es un gran atractivo turístico para todos los visitantes que vienen a este pueblo. Además, también es famoso el bonito monasterio de la Real Cartuja y San Marroig, una finca que se encuentra en las inmediaciones.
La siguiente parada es Deià, también conocida como el pueblo de los artistas. Esta localidad se encuentra en el Valle de los Naranjos y destaca por sus casas de piedras y sus techos de tejas que se entremezclan entre las colinas y los naranjos. El famoso poeta Robert Graves pasó mucho tiempo aquí y, tras él, muchos otros artistas vinieron a este lugar. Actualmente, la casa donde Graves vivió se ha convertido en un museo llamado Ca N’Alluny. Además del museo, Deià es un lugar famoso por sus calles estrechas e intrincadas donde el turista puede perderse y visitar las numerosas galerías y boutiques que allí se encuentran. Además, este pueblo también es conocido por su bonita playa Cala Deià, el lugar perfecto para descansar después de una mañana caminando.
La pequeña población de Sóller se encuentra a tan solo unos kilómetros de Deià. Sóller es un lugar lleno de monumentos de gran importancia histórica como la famosa iglesia del siglo XIV de Sant Bartomeu, y el monasterio Sa Capelleta. Además, una vez en la ciudad, se puede coger el tranvía que conecta el casco antiguo con el puerto. Para llegar a Sóller no hace falta tener coche ya que hay una línea de tren que conecta Palma con esta localidad y que ofrece unas vistas privilegiadas de las montañas de Alfàbia.
Al sur de Sóller se encuentran los jardines de Alfàbia, donde las flores, las orquídeas y las palmeras se entremezclan en este jardín de cuento de hadas considerado Patrimonio Inmaterial de la UNESCO. En los jardines se escucha el agua fluir por los canales y los pajarillos trinando alrededor. Además, dentro del jardín hay un palacio de estilo barroco que alberga una gran colección de cuadros y antigüedades. Otros atractivos turísticos de los jardines son la tafona, una gran presa de aceite de estilo gótico, renacentista y barroco, y una modesta cafetería que sirve limonadas caseras. Por último, es importante tener en cuenta que los jardines solo están abiertos entre marzo y octubre.
Fornalutx es una famosa localidad de montaña que se encuentra en uno de los puntos más altos de la sierra de Tramontana y que, por tanto, ofrece una vista privilegiada, entre otras cosas, de Sóller. Es por sus vistas por lo que Fornalutx es considerado uno de los pueblos más bonitos de Mallorca. Además, muchos senderos de montaña pasan por esta localidad, lo que lo hace un lugar ideal para que los ciclistas y excursionistas paren a descansar. Además de las vistas, las casas de piedra y las terrazas de las cafeterías entre olivos y naranjos son un gran atractivo para los turistas.
La carretera de Sa Calobra o el Paso de la Serpiente es una ruta que fue construida por Antonio Parietti y que, sin duda, es un camino que merece la pena hacer en Mallorca. Conducir a Sa Calobra por esta carretera es, sin duda, una experiencia única en la vida ya que, entre otras cosas, ofrece unas increíbles vistas por el camino. Esta ruta cruza por dos playas divididas por el Torrent de Pareis. Además, no solo se puede ir en coche, sino que los amantes del ciclismo pueden hacer esta ruta de unos 9,5 km de subida en bicicleta.
El Santuario de Lluc es un monasterio que se encuentra entre las montañas de la sierra de la Tramontana. Este monasterio data de finales del siglo XVII y XVIII, pero fue restaurado en el siglo XX según uno de los diseños de Gaudí. Muchos peregrinos vienen aquí para admirar la escultura de la Vírgen María y del Niño Jesús, conocida como La Moreneta. Además, de vez en cuando, se puede escuchar cantar al coro de niños del internado del monasterio. También hay un museo en el que se exponen objetos talayóticos, cuadros (principalmente de Josep Coll Bardolet) y arte popular. Antes de irse, es imprescindible pasear por el jardín botánico o darse un chapuzón en la piscina que se encuentra en las inmediaciones. Por último, también existe la posibilidad de alojarse por una noche en el monasterio para aquellos que así lo deseen.
La excursión continúa en la zona este, en Pollença, una ciudad muy cultural donde todos los años se celebra el Festival de Música Clásica, un evento que atrae a muchas personas de toda la isla. Pollença es una ciudad que sigue manteniendo el encanto y la esencia de un pueblo gracias a sus casas de piedra y a sus edificios históricos como la iglesia del siglo XVIII de Nuestra Señora de los Ángeles y la capilla de estilo barroco de Puig de Calvari, que se encuentra al final de unas escaleras de 365 peldaños. Además, celebridades como Wiston Churchill o Agatha Christie han visitado esta ciudad, por lo que es un lugar al que merece la pena ir para pasear por el caso antiguo, beber algo en la Plaça Mayor y relajarse en la playa de arena blanca del Port de Pollença.
Desde el Puerto de Pollença se llega fácilmente al Cap de Formentor, el lugar donde la sierra de Tramontana se une con el mar Mediterráneo. El camino hasta el Cap de Formentor ofrece unas vistas privilegiadas, pero hay que tener cuidado en el coche, ya que algunas partes de la carretera son muy estrechas. Además, hay numerosos miradores a lo largo del camino donde pararse a hacer fotos o admirar las vistas. Al final de la carretera se encuentra el famoso faro de Formentor, además de un bar y una playa donde tomarse algo y bañarse después de la ruta en coche.
De camino a Alcúdia se encuentran las ruinas de la ciudad romana de Pollentia, ciudad del año 123 A.C que era la capital de las islas Baleares. Los visitantes están invitados a explorar esta zona, en la que se encuentra el teatro, el foro, el área residencial de Sa Portella con los restos de sus pilares y muros, y la Casa del Dos Tresors, una de las casas mejor conservadas de la zona.
Alcúdia es una pintoresca ciudad medieval repleta de plazas, elegantes cafeterías y mansiones ancestrales. Es la única ciudad en Mallorca que ha preservado sus raíces medievales.
Las murallas de la ciudad se construyeron durante la Edad Media con el propósito de proteger la zona de piratas, ya que es una zona que se encuentra cerca del mar. Entre los lugares que merece la pena visitar destacan las iglesias de Santa Ana y Sant Jaume, la capilla de estilo barroco de Sant Crist y la playa de arena en el Puerto de Alcúdia. En las inmediaciones se puede explorar el Parque Natural de la Albufera, el lugar ideal para los amantes del avistamiento de pájaros.
A unos 8 km de Alcúdia se encuentra la Platja des Coll Baix, a la que se llega siguiendo las señales en dirección al Museo de Sa Bassa Blanca. El camino a la playa puede ser un poco peligroso ya que va por los acantilados, así que es imprescindible llevar calzado cómodo. También es posible llegar a la playa en barco.
El cuarto día acaba visitando el pequeño pueblo pesquero de Colònia de Sant Pere, uno de los pocos pueblos que, incluso en verano, permanece bastante tranquilo. Este es el lugar idóneo para aquellos que busquen un lugar tranquilo donde pasar las vacaciones. Este pueblo ofrece una bonita playa y un paseo marítimo donde pasear y cenar en uno de los restaurantes de la ciudad.
El último día en Mallorca comienza con una visita a Petra, un pueblo tranquilo que parece que está a kilómetros y kilómetros de la concurrida capital. El lugar más emblemático de este lugar es el convento de Sant Bernardi de Sienna, donde el conocido misionero y fray Junípero Serra iba al colegio. Además, cerca de este convento se encuentra la Casa Museu de Fra Juníper Serra donde el visitante podrá aprender más sobre su historia. Por último, es curioso saber que Petra también celebra un festival con el mismo nombre que el del afamado fraile franciscano que tiene lugar cada año en el tercer domingo de septiembre. Visitar Petra en este día significa tener la oportunidad de ver bonitas carrozas y ofrendas florales. Otras atracciones turísticas que merece la pena visitar son la iglesia gótica de San Pedro con su fachada de estilo de fortaleza y el Santuario de Nostra Senyora de Bonany, de estilo neobarroco.
A tan solo unos kilómetros de Petra se encuentra el pueblo de Artà, escondido en un frondoso valle con almendros, olivos e higueras. El nombre de la ciudad proviene de la palabra árabe jertan (jardín) y la razón por la que esta ciudad recibe ese nombre es por los numerosos jardines y zonas verdes que alberga. Recomendamos ir en primer lugar a la parroquia de la localidad, la iglesia de la Transfiguración del Señor. En segundo lugar, recomendamos subir a la colina donde se encuentra el Santuari de Sant Salvador para admirar las bonitas vistas panorámicas. Por último, también merece la pena acercarse a las casas señoriales como la antigua biblioteca y las ruinas de Ses Païses, que datan de la Edad de Bronce, en las afueras de la ciudad.
Después de tanta caminata, nada mejor que descansar en la Cala Mesquida, una playa de arena blanca y de aguas cristalinas. Unicada entre Artà y Capdepera, esta playa protegida es considerada una de las calas más bonitas en Mallorca debido, entre otras cosas, a que está rodeada por pinos y dunas que acogen a muchas especies de aves que emigran a este lugar. Además, en un día despejado se puede llegar a vislumbrar la isla de Menorca en la lejanía.
En dirección sur se encuentra la ancestral localidad de Capdepera, famosa por sus casas señoriales que datan del siglo XIV. No hay muchos turistas que lleguen hasta aquí, por lo que se puede considerar como una joya mallorquina escondida. Después de pasear por sus intrincadas calles es imprescindible visitar el castillo sobre la colina que fue construido sobre las ruinas de una fortaleza de origen árabe con la intención de proteger a la ciudad de ataques piratas. Otras atracciones turísticas incluyen la iglesia y la Torre Miquel Nunis.
Para comer, nada mejor que reservar una mesa en Andreu Genestra, un afamado restaurante ganador de una estrella Michelin que se encuentra en una granja restaurada del siglo XV. Este lugar es ideal para aquellos a los que les encante embarcarse en auténticas experiencias gastronómicas con ingredientes de origen ecológico, ya que el restaurante cuenta con su propio huerto.
Las impresionantes Cuevas del Drach son algo digno de ver con una visita guiada para aprender sobre sus innumerables estalagmitas y estalactitas. Además, en el interior de estas cuevas naturales se encuentra, entre otras cosas, uno de los mayores lagos subterráneos del mundo. La visita dura una hora y merece mucho la pena con tal de poder explorar cada cámara hasta llegar a un gran anfiteatro, donde se encuentra un recital de música clásica. Nuestra sugerencia es reservar online para ahorrar dinero en la entrada. Por último, cabe destacar otras dos cuevas cercanas: la de los Jamones y la de la Pirata.
Para terminar la mañana recomendamos ir a la Cala Varques. Ubicada entre Porto Cristo y Porto Colom, esta pequeña cala es perfecta para darse un refrescante baño. No hay ningún tipo de servicios alrededor de esta playa, por lo que recomendamos ir preparados si se va a pasar bastante tiempo allí. Recomendamos volver al final del día para ver la puesta del sol.
Esta excursión continúa por la costa en la playa de Caló de sa Torre, cuyo nombre proviene de una antigua torre ubicada en las inmediaciones de la playa que ahora está reducida a ruinas. La playa está conformada por dos pequeñas calas separadas por rocas donde poder relajarse para después dirigirse al puerto de la ciudad, Portopetro.
Desde Caló de Sa Torre es fácil llegar al Parque Natural de Mondragó, uno de los mayores tesoros de la naturaleza mallorquina. Este parque de unas 700 hectáreas es conocido por su gran cantidad de vegetación, por su fauna diversa y por sus paradisíacas playas. Además, es el lugar ideal para alejarse de las concurridas atracciones turísticas de la isla y hacer actividades como avistamiento de pájaros o snorkel.
La siguiente parada es en el pintoresco pueblo de Cala Figuera, un lugar donde sigue existiendo una fuerte tradición pesquera que atrae a muchos lugareños a pescar a diario. Además, la pesca del día suele acabar poniéndose a la venta en la plaza de abastos de la localidad. En este pueblo hay mucho que hacer, como pasear por el puerto, admirar las casas encaladas, comer algo en uno de los muchos restaurantes de marisco de la zona o ir a la playa de Cala Santanyí, a tan solo 4 km al sur de Cala Figuera.
Entre Cala Santanyí y Cala Llombards se encuentra el arco de piedra natural de Es Pontàs, el lugar perfecto para ver el amanecer o hacer escalada. El sendero hasta Es Pontàs es relativamente fácil de hacer ya que está señalizado al principio de la playa, pero, aun así, es importante llevar calzado cómodo ya que el camino termina siendo un poco accidentado. Este es uno de los senderos más famosos del Parque Natural de Mondragó.
Hubo un tiempo en el que la bahía Caló des Moro no era conocida entre los turistas porque era bastante difícil llegar hasta allí, pero, actualmente, todo el mundo conoce esta cala mallorquina de aguas turquesas. La playa es bastante pequeña y en verano puede resultar difícil encontrar hueco para la toalla, pero, a pesar de esto, merece mucho la pena ir, aunque solo sea para disfrutar de las vistas.
A diferencia de la mayoría de playas mallorquinas, la Platja des Trenc no tiene formaciones rocosas o acantilados a su alrededor. En su lugar, tiene dunas y algo de vegetación. Esta playa, que forma parte de una reserva natural, tiene una longitud de 2 km, lo que la hace ideal para pasear por la tarde. Además, tiene algunas zonas nudistas y es el destino escogido por muchos que buscan escapar de las aglomeraciones de turistas. De camino a esta playa se pueden vislumbrar las salinas de Levante.
Esta excursión termina en Llucmajor, a unos 25 km al sur de Palma. En las afueras de esta población se pueden visitar muchos lugares emblemáticos como el poblado prehistórico de Capocorb Vell o el yacimiento etnológico de Can Garra Seca. Además, en la costa hay bonitas calas y playas como Sa Cova Baixa, Cala Mosques, Cala Pi y El Arenal, ideal para hacer surf.
Por último, recomendamos subir a las torres defensivas para obtener unas vistas privilegiadas de esta población que, entre otras cosas, tiene campos de golf, animados puertos deportivos y numerosas rutas de ciclismo para los amantes del deporte.
Mallorca tiene todo lo necesario para disfrutar de unas vacaciones en familia: historia, playas y mucha diversión. Esta isla ofrece la posibilidad de explorar pueblos pintorescos, visitar monumentos y nadar en las playas. Además, Cala D’Or y Puerto Pollença son unos complejos turísticos muy visitados por las familias.
A los niños les encantará montarse en el tren que va a Sóller o en un barco para hacer avistamiento de delfines. Además, también existe la posibilidad de visitar parques de atracciones como el Katmandu o el Jungle Parc, un parque de tirolinas en el bosque.
También hay muchos circuitos de karting y parques acuáticos como el Aqualand El Arenal, el Western Water Park o el Hidropark Alcúdia. También está la opción de pasar tiempo en la naturaleza haciendo senderismo o apuntándose a una ruta guiada por el Parque Natural de la Albufera.
La gastronomía mallorquina combina el marisco fresco con platos consistentes y contundentes como el cochinillo y los asados de carne, todos acompañados de vino delicioso. Las especialidades locales incluyen la coca de Trampó, un tipo de pan plano con hortalizas por encima, y el frito mallorquín. Aunque hay muchos restaurantes tradicionales, la isla también tiene muchos lugares con estrellas Michelin, con chefs que aportan un toque moderno a la escena culinaria. A continuación, presentamos algunos de los mejores lugares para comer en Mallorca:
El verano es la época ideal para visitar Mallorca, concretamente entre el comienzo de julio y mediados de septiembre, ya que las temperaturas son muy cálidas, sobre todo en agosto, que pueden llegar a los 30ºC y el agua está a la temperatura perfecta para bañarse. Mallorca en otoño también tiene su encanto, aunque puede que llueva algún día. Ir en primavera es también muy buena opción para aquellos que prefieran huir de las aglomeraciones de turistas, ya que el tiempo en esta época también es muy apacible.
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