Valencia es la tercera ciudad más grande de España y está conformada por numerosos monumentos históricos, modernos edificios y playas paradisíacas. Además de la paella, esta ciudad con vistas al mar Mediterráneo tiene muchos atractivos turísticos, como pasear por su bello casco histórico, admirar los deslumbrantes interiores de las iglesias o visitar museos que rememoran el pasado aristocrático de esta ciudad.
A continuación, presentamos las mejores cosas que hacer y ver en Valencia en 3 días. En este itinerario hablamos de las atracciones turísticas valencianas más famosas sin olvidarnos de recomendaciones de dónde comer y alojarse para que esta visita sea perfecta.
La Estación del Norte en Valencia es una parada obligatoria, aunque no se vaya a coger ningún tren allí. Esta estación modernista de principios del siglo XX fue diseñada por el valenciano Demetrio Ribes que se inspiró en la combinación de líneas rectas y formas curvas propias del movimiento de Secesión vienés. Las paredes amarillas y los símbolos valencianos como las naranjas, las flores de azahar y algunos otros motivos agrícolas destacan sobre la fachada de esta estación. Por otro lado, el interior es igual de impresionante gracias a las paredes de azulejos y a la cubierta principal de la nave central que tiene forma de arco y que contiene guías de hierro que representan las mismas vías del tren que cubre esta bóveda.
Desde la estación ferroviaria se puede llegar directamente a la Plaza del Ayuntamiento, la plaza más grande de la ciudad que, además, está rodeada de numerosos edificios de gran relevancia histórica, como son el ayuntamiento y el Palacio de Correos. Además, en la plaza también hay algunas floristerías y una fuente que se ilumina por la noche. La Plaza del Ayuntamiento es uno de los puntos neurálgicos de Valencia, por lo que siempre tiene mucho ambiente, especialmente durante las Fallas, ya que todo el mundo se reúne aquí para ver cómo arde el último monumento fallero.
Esta ruta turística continúa en el Mercado Central, la impresionante plaza de abastos valenciana que se sitúa en un edificio modernista aún más impresionante. Este mercado de unos 8000 metros cuadrados tiene puestos de lo más variados en sus dos plantas. El diseño interior del Mercado Central combina una gran cantidad de materiales, de entre los que destacan el hierro, los azulejos y las vidrieras. En relación a la comida, este mercado tiene más de 1000 puestos que venden desde fruta y verdura fresca hasta especias de lo más variadas y todo tipo de pescado y marisco. Además, pararse a descansar en el Central Bar y probar las tapas y los sándwiches hechos con ingredientes locales es muy recomendable.
Justo al lado del mercado se encuentra la iglesia de los Santos Juanes, que ocupa el lugar en el que previamente estaba una mezquita del siglo XIII. Esta iglesia tuvo que ser reconstruida tras dos incendios que sufrió en los siglos XIV y XVI, razón por la que la fachada actual es del siglo XVII y de estilo mayoritariamente barroco. Destacan la escultura de la Virgen del Rosario, la torre del reloj y la veleta, conocida como el pájaro de San Juan.
La Lonja de la Seda, o Lonja de los Mercaderes, es uno de los lugares más destacados de Valencia. Además, esta obra maestra del gótico civil valenciano, que solía ser un lugar de compra y venta de seda pero que ahora está abierta al público, fue declarada en 1996 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. Fue el arquitecto valenciano Pere Compte el que dirigió la construcción de este emblemático lugar entre los años 1482 y 1492 y, tras su muerte, fue relevado por uno de sus aprendices. Este edificio es de estilo mayoritariamente gótico, pero contiene algunos elementos del Renacimiento. En relación a su exterior, sus paredes de estilo parecido a las de una fortaleza le dan a la Lonja de la Seda un aire parecido al de un castillo medieval al que merece mucho la pena entrar para observar las columnas helicoidales de la Sala de Contratación o pasear por el patio de naranjos.
La siguiente parada obligatoria es la catedral valenciana que, junto con su torre campanario, se ha convertido en un icono de Valencia. Su construcción comenzó en el siglo XIII y, como su construcción concluyó en el siglo XVII, esta catedral incluye una gran variedad de elementos de estilos arquitectónicos distintos además de sus elementos góticos originales. La Puerta del Palau, también conocida como Puerta de la Almoina, de estilo románico y mudéjar, es una de las puertas de acceso a esta bella catedral.
No hay que irse de la catedral sin visitar la pequeña Capilla del Santo Cáliz decorada con los doce apóstoles. El nombre de esta capilla se debe a que en el interior se encuentra el famoso Santo Grial, una copa que data del siglo I d.C. y que se dice que fue utilizada durante la Última Cena. Antes de irse también es recomendable subir a la torre campanario, conocida como El Miguelete o El Micalet en valenciano, para disfrutar de una vista panorámica de la ciudad.
Frente a la parte trasera de la catedral se encuentra la Plaza de la Virgen, una pintoresca plaza que en su día era un foro romano. Actualmente esta plaza alberga bulliciosas cafeterías y llamativos edificios como la Basílica de la Virgen de los Desamparados y el Palacio de la Generalitat, sede del gobierno valenciano. Además, todos los jueves por la tarde se reúne el Tribunal del Agua en frente de la Puerta de los Apóstoles de la catedral. Este tribunal se remonta a la época medieval y es la institución judicial más antigua de Europa, además de ser Patrimonio Cultural de la Unesco. Por último, en el centro de la plaza hay una fuente que representa el río Turia.
La tarde comienza explorando el Barrio del Carmen, barrio que antaño estaba rodeado por paredes medievales. De esa época solo se mantienen algunos elementos como las torres Serranos y Quart. Más allá de estas dos entradas se abre un entramado de laberínticas y empedradas calles con iglesias y plazas con mucho encanto, entre las que destacan la Plaza del Carmen, la Plaza del Árbol y la Plaza del Tossal, plaza que se llena de vida por la noche.
Es importante visitar también el Portal de Valldigna, un arco del siglo XV que en el pasado servía como entrada al barrio árabe. Con estos lugares de gran relevancia histórica contrasta el arte callejero y los museos contemporáneos como el MuVIM (Museo Valenciano de la Ilustración y Modernidad) y el IVAM (Instituto Valenciano de Arte Moderno).
La iglesia de San Nicolás, que data de 1242, es una de las primeras iglesias cristianas en Valencia. A lo largo de los años ha ido atravesando diversos cambios que han resultado en una mezcla de elementos arquitectónicos, desde su bóveda de estilo gótico hasta sus retablos renacentistas. Sin embargo, la joya de la corona son las pinturas al fresco de estilo barroco en el techo. Es imposible no maravillarse ante los ostentosos diseños que representan escenas de la vida de San Nicolás de Bari y de San Pedro Mártir.
Desde la iglesia a la pintoresca Plaza de la Reina hay un paseo corto pero que merece la pena hacer para probar la horchata en uno de los muchos restaurantes y cafeterías que aquí se encuentran, como la Horchatería Santa Catalina. Desde este lugar se puede vislumbrar la catedral y su icónica torre. Además, cerca de esta plaza se encuentra otra de gran importancia llamada la Plaza de Santa Catalina, donde se encuentra una iglesia homónima de estilo gótico.
El Museo Nacional de Cerámica, que contiene una de las colecciones de cerámica más grandes de España, se encuentra dentro de un palacio del siglo XVIII que destaca por sus elementos del Barroco. Su colección va desde el siglo XVIII hasta la época moderna y, es gracias a las donaciones de obras, incluyendo algunas de Picasso, del artista e historiador Manuel González Martí, que el museo cuenta con una exposición tan amplia.
Si bien es cierto que Valencia cuenta con numerosas plazas, la Plaza Redonda es, sin lugar a dudas, única. Su nombre viene de su estructura circular diseñada por Salvador Escrig Melchor en 1840. En 2012 esta plaza fue restaurada y ahora es una de las atracciones turísticas más famosas, entre otras cosas, porque cuatro calles convergen en esta plaza rodeada de edificios residenciales. Además, en ella se encuentran numerosos bares de tapas y tiendas de artesanía y una fuente en el centro desde la que se puede vislumbrar la torre de Santa Catalina. Cerca se encuentra la Plaza de Lope de Vega, donde se encuentra uno de los edificios más estrechos del mundo, con apenas un metro de ancho.
Para comenzar el segundo día nada mejor que explorar el Jardín del Turia, uno de los parques urbanos más grandes de España con 9 kilómetros de largo. En el interior del parque hay numerosos senderos, puentes, cafeterías y zonas pensadas para hacer deporte como correr o ciclismo. Este espacio verde fue creado en el siglo XX sobre el cauce del río Turia, y esto fue posible debido a la devastadora inundación del mismo río en 1957, que provocó que el curso del río se desviara dejando un gran terreno vacío que fue usado por paisajistas y urbanistas para crear el parque tal y como los valencianos lo conocen hoy en día, con fuentes, rosales y naranjos. En este parque también hay otras atracciones turísticas muy importantes como el Palau de la Música y la Ciudad de las Artes y las Ciencias, de la que hablaremos en breve.
Desviarse un poco para visitar algunos de los mercados de la ciudad antes de ir a la Ciudad de las Artes y las Ciencias es muy recomendable. En el barrio del Ensanche, Eixample en valenciano, se encuentra el Mercado de Colón, que se fundó en 1916. Dentro de este mercado se puede degustar una serie de productos tradicionales como la horchata, además de visitar restaurantes o atender a eventos culinarios. La estructura modernista de este mercado fue ideada por el arquitecto Francisco Mora Berenguer, que incluyó algunos elementos que evocan los diseños de Gaudí. Finalmente, este mercado fue renovado en 2003, lo que supuso la incorporación de nuevas tiendas.
Cerca del Eixample se encuentra el barrio de Ruzafa, que, en los últimos años, se ha convertido en un punto de atracción para los artistas locales. En Ruzafa se encuentran galerías de arte indie, tiendas de segunda mano y numerosos locales para ir de tapas o de copas. Además, en este barrio también es imprescindible visitar el Mercado de Ruzafa, que vende productos frescos y embutidos.
La futurista Ciudad de las Artes y las Ciencias provoca un claro contraste con los emblemáticos monumentos históricos valencianos. Este complejo formado por seis atracciones de distintas formas y estructuras fue diseñado por los arquitectos Félix Candela y Santiago Calatrava. En primer lugar, está el Umbracle, un paseo bordeado de árboles; en segundo lugar, el Hemisfèric, que es tanto un planetario como una sala de proyecciones digital 3D; y, en tercer lugar, el Museu de les Ciències Príncipe Felipe, un museo de ciencia interactivo. Por otro lado, el Palau de les Arts Reina Sofía acoge numerosas óperas, mientras que el Ágora es un espacio polivalente que acoge diversos eventos. Por último, está el Oceanogràfic, el mayor acuario de España. Es fácil distinguir el edificio por su estructura blanca y curvada y su fachada de espejo. Aquí hay cerca de 500 especies marinas, desde delfines hasta leones marinos y tiburones. Es necesario pagar entrada para entrar en estos edificios, pero, si se prefiere no pagar, también se puede pasear por los jardines y admirar la arquitectura a su paso.
Por la tarde, nada mejor que montarse en un autobús o en una bicicleta e ir a una de las playas de Valencia. La más cercana al centro de esta ciudad es la playa del Cabanyal y, desde ahí, se puede pasear por la costa hasta descubrir más playas como la Malvarrosa y la Patacona. En el paseo marítimo que acompaña a todas estas playas hay muchos restaurantes y bares donde se puede parar para beber algo o probar la famosa paella.
Un buen plan para terminar la tarde es visitar la Marina de Valencia, el antiguo puerto de la ciudad que es ahora un espacio público perfecto para admirar las vistas al mar y a los barcos pesqueros desde las terrazas de los bares. Además, muchas excursiones en barco salen desde aquí, incluyendo el ferry a Ibiza y a Palma de Mallorca. Por último, es importante no olvidarse de visitar el edificio del Reloj con su preciosa fachada modernista.
Después de dos días de mucho ajetreo haciendo turismo, toca descansar un poco visitando algunos de los parques y jardines más emblemáticos de Valencia. La primera parada es el Jardín de Monforte que, entre árboles y arbustos decorativos, esconde bonitos caminos, esculturas y fuentes. Fue en 1849 cuando el marqués de San Juan compró esta propiedad y contrató al arquitecto Sebastián Monleón Estellés para que diseñara los jardines, que se mantienen prácticamente iguales desde entonces. Además, dentro del jardín hay una mansión de estilo rococó rodeada por buganvillas que florecen en primavera, la mejor época para visitar este jardín.
Pasear por estos jardines que en el pasado formaban parte del recinto del Palacio Real es el plan perfecto. Estos jardines también son conocidos por los valencianos como Los Viveros, ya que antes solían albergar un vivero de árboles. Actualmente, estos jardines que están conformados por palmeras, arbustos podados en forma espiral, esculturas y fuentes dan forma a un entorno de verdadero encanto. Por otro lado, estos jardines también dan acceso al Museo Municipal de Ciencias Naturales y al Museo de Bellas Artes y, en verano, se llenan de vida gracias a eventos como conciertos o a la feria del libro.
Una vez en los Jardines del Real, el Museo de Bellas Artes es merecedor de una visita, ya que contiene una de las galerías de arte más extensas en España. Antes de que se convirtiera en un museo en 1946, este edificio de estilo barroco tenía diferentes funciones, desde servir como una facultad, hasta ser una academia militar y un centro de beneficencia. Actualmente, los visitantes se quedan atónitos ante la colección de arte que este museo alberga de entre el siglo XV y el siglo XIX. Cabe destacar que muchas de las obras son de artistas valencianos como Joaquín Sorolla, Vicente López y Juan de Joanes. Por otro lado, también hay obras de otros artistas como Goya, Velázquez y Van Dyck. Una vez fuera del museo, recomendamos no perderse el bonito patio del embajador Vich que data del siglo XVI.
Desde el anterior museo se puede ir andando o en autobús al Parque de Cabecera, que incluye numerosas atracciones turísticas como un auditorio al aire libre, un lago con barcas que se pueden alquilar y el Bioparc, el zoo de la ciudad. En el Bioparc hay casi 250 especies distintas de animales, mayoritariamente de África, entre las que se incluyen los elefantes, los rinocerontes, los hipopótamos y las avestruces.
Para pasar la tarde nada mejor que relajarse en una de las playas de la ciudad o, si se tiene energía, coger un autobús al Parque Natural de l’Albufera. Entre bosques y arrozales esta zona es un retiro natural donde se puede probar una verdadera paella en la localidad de El Palmar. Después, se puede caminar por uno de los muchos senderos o alquilar una barca y navegar por el gran lago. Además, hay algunas playas en la costa como la playa de la Devesa, donde merece pena sentarse hasta el atardecer y disfrutar de una de las mejores vistas de Valencia.
Valencia es un destino ideal para las familias ya que hay muchas actividades para niños en la ciudad, tanto en el interior como al aire libre. En verano, ir a la playa es una opción clara, y tanto las playas cercanas de la Patacona o de la Malvarrosa como las más alejadas como la de El Saler, son perfectas para que los niños disfruten.
Por otro lado, si se prefiere explorar a fondo la ciudad, las mejores opciones son los parques, ya que todos tienen al menos un área de recreo infantil. Visitar el Parque Gulliver es una parada obligatoria si se tiene niños ya que tiene numerosos toboganes y túneles que rodean a una estatua gigantesca de Gulliver.
A los niños también les encanta el Bioparc, un zoo parecido a una sabana que se encuentra en el Parque de Cabecera.
Además, se pueden alquilar hidropedales en el lago del parque o canoas cerca de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Además, cerca de esa zona se encuentra el Oceanogràfic, un acuario donde los niños podrán observar una gran variedad de especies de animales marinos como delfines, pingüinos y tiburones. Por otro lado, también están el museo de ciencias y la sala de proyecciones de tecnología 3D de los que hablamos previamente.
Por otro lado, para los que sean fans de Lego, les recomendamos que visiten la Lego Fun Factory en el centro comercial Aqua. Este lugar de 250 metros de extensión contiene áreas separadas adaptadas para que los niños y los más mayores disfruten con esta experiencia Lego.
En general, la ciudad no tiene muchas cuestas, sino que es bastante plana, por lo que se puede caminar a cualquier sitio o alquilar una bicicleta y pedalear por los parques y paseos sin ninguna dificultad.
La mayor parte de los platos valencianos giran en torno al arroz ya que, al fin y al cabo, Valencia es la cuna de la paella. Encontrar este plato en los restaurantes de la ciudad es bastante sencillo, especialmente en los restaurantes del paseo marítimo. Otros platos típicos con arroz son el arros al forn, un plato de arroz al horno mezclado con salchichas, patatas, tomates y guisantes. De postre nada mejor que probar los fartons, una especie de bollo alargado hecho de leche, azúcar y huevos.
Por otro lado, también hay bebidas típicas como el Agua de Valencia, un cocktail hecho de zumo de naranja, vodka, ginebra y cava, o la horchata, una bebida que se parece a la leche hecha de chufa. A continuación, presentamos los mejores mercados locales, restaurantes con paella y elegantes sitios para cenar:
Mercado Central: para probar la cocina valenciana, nada mejor que visitar el Mercado Central. Este mercado de comida local tiene una gran variedad de puestos que venden de todo, desde jamón ibérico hasta marisco y productos de pastelería y panadería. Además de los productos frescos, también hay un bar a cargo del chef Ricard Camarena que sirve tapas deliciosas como los buñuelos de bacalao.
La mejor época para visitar Valencia es durante la primavera, entre abril y mayo, porque se puede empezar a disfrutar del clima cálido, propio de esta época del año, pero sin encontrarse con las aglomeraciones de turistas en verano. Además, dado que Valencia tiene clima mediterráneo, cualquier momento entre primavera y verano es perfecto para disfrutar de sus playas bañándose. Asimismo, durante estas fechas también se celebran numerosas fiestas locales, así que planear esta visita teniendo en cuenta cuándo se celebran algunas de estas celebraciones también sería ideal. En relación al clima, es prácticamente el mismo durante todo el año. En invierno puede que haya sitios que cierren antes, pero, por otro lado, también habrá muchos menos turistas. Febrero es, por ejemplo, el mes ideal para ver los almendros y los naranjos en flor.
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