A pesar de que, a menudo, es olvidada en comparación a las otras islas más grandes de las Azores, vale la pena visitar la isla Graciosa. Situada en el centro del archipiélago, la isla alberga muchos lugares fascinantes, desde dramáticas cuevas volcánicas hasta relajantes piscinas naturales, además de vastos paisajes rurales salpicados de casas blanquecinas y relucientes molinos rojos.
Su pequeño tamaño hace que todo está al alcance de la mano. Hasta existe un camino de 7km que cruza la isla de oeste a este. A lo largo del camino, se pueden ver burros de Graciosa deambulando por el sendero.
Si estás dudando qué hacer, nuestro itinerario de tres días te ayudará a organizar tu viaje. En él, incluimos las mejores cosas que hacer en Graciosa, además de consejos sobre dónde comer y alojarse durante la estancia.
Nuestra primera parada es Santa Cruz, la capital de Graciosa, el punto de partida perfecto para explorar el resto de la isla. A las afueras de la ciudad, se encuentra la Ermida da Nossa Senhora da Ajuda, una capilla con aspecto de fortaleza erigida en el siglo XV. La vista de la costa y de Santa Cruz son fantásticas.
Si se prefiere quedarse más cerca del centro, se puede hacer una caminata a lo largo de la playa y descubrir algunas de las atracciones principales de la ciudad. Empezando por el Museu da Graciosa, donde se explica la historia de la isla, se puede continuar bañándose en la Piscina Natural do Boqueirᾶo, creada por la lava negra solidificada en este lugar hace años.
Recorriendo la carretera de la costa durante unos 2km al oeste de la ciudad, se llega a la Praia do Barro Vermelho, perfecto para tomar un respiro en la tarde. Esta playa le debe su nombre a la arena roja característica de esta zona rocosa. También, incluye un área de picnic, así que no te olvides de traer algo para comer y disfrutarlo aquí.
Siguiendo el paseo marítimo, se llega a un faro con un estampado de rallas blancas y negras. A 71m sobre el nivel del mar, este faro es el más alto de las Azores. Ya sea en tierra o en lo alto de la torre, se puede disfrutar de una magnífica vista del mar y del contiguo Ilhéu da Baleia (Islote de la Ballena), así llamado por su forma de ballena.
Un par de kilómetros al sur, se encuentra el antiguo puerto pesquero de la Baía do Porto Afonso. Este singular muelle ya no está en uso, pero aún se pueden ver las cuevas donde los pescadores guardaban sus barcos. Hoy en día, la zona se utiliza sobre todo para nadar y pescar. Es ideal para terminar la jornada con una hermosa puesta de sol.
Empezamos el día en Sᾶo Mateus, un pueblo tradicional en perfectas condiciones. Al dar un paseo por el centro histórico, hallamos varias iglesias y capillas. Una de ellas es la Igreja de Sᾶo Mateus, una iglesia del siglo XVI que alberga tallados y obras de arte flamencos y barrocos. A solo cinco minutos de ella, se encuentra la Fábrica das Queijadas da Graciosa, una panadería local famosa por su queijada, un pastelito con forma de estrella relleno de leche y huevos.
Antes de irse, no hay que olvidarse de pasar por la Praia de Sᾶo Mateus. Es la única playa de arena de la isla, cosa bastante inhabitual en las Azores, con un color claro. Desde aquí, se puede coger un barco para explorar las otras islas cercanas del archipiélago de las Azores. Por último, también se pueden ver numerosos molinos restaurados en las afueras del pueblo.
A continuación, nos dirigimos hacia el sur al pueblo de Luz. Aquí, podemos echar un vistazo a la Iglesia de Nossa Senhora da Luz y seguir por un sendero que nos lleva a la costa, parando por la Baía da Folga. La bahía es ideal para relajarse y darse un remojón. Si está lo bastante despejado, también se puede disfrutar de la vista de tres de las otras islas de las Azores: Sᾶo Jorge, Pico y Faial.
Para unas vistas increíbles de la isla y el mar alrededor, Serra Branca es el lugar. Esta es un conjunto de formaciones volcánicas con una altura de 375m, lo que nos permite de ver la mayoría de la isla e, incluso, el mar en los días despejados. Aquí también empieza el camino que cruza la isla de oeste a este y termina en Sᾶo Mateus, donde hemos empezado por la mañana.
Cerca de la Serra Branca está el Pico da Caldeirinha, también conocido como simplemente Caldeirinha. En este pico, se puede ver los restos de un cráter volcánico y dar un paseo para gozar de las vistas del mar. A veces, también es posible distinguir las islas de Terceira, Sᾶo Jorge, Pico y Faial desde aquí.
Nuestra última parada es este mirador, desde el cual se puede ver la puesta de sol y captar los frondosos campos verdes enmarcados por el mar azul.
Nuestra primera parada es rejuvenecedora y perfecta para prepararse para otro día de exploración. Situada junto al mar, este balneario de aguar termales es conocido por su calidad curativa. La temperatura fluctúa entre 35º y 45º y se dice que las aguas son una cura para afecciones reumáticas y dermatológicas. Así que no dudes en darte un chapuzón y relajarte un poco antes de continuar con el día.
Subiendo la colina junta al balneario por un par de minutos, se puede admirar la vista desde el Miradouro do Carapacho. Toma asiento y contempla la Ponta do Carapacho y el Ilhéu de Baixo.
A continuación, toca ir a ver las maravillas geológicas y volcánicas de Graciosa. La entrada a la Furna do Abel, un tubo volcánico rodeado de exuberantes pastos y plantas, está permitida. También conocida como Furna de Laval o Furna do Roque, esta impresionante formación posee 93m de longitud. Si uno se aventura hasta el fondo, se encontrará con un altar y una cruz, los cuales se dice que fueron colocados en esta cueva en la década de 1970, aunque sus orígenes no están claros.
Más allá de la Furna do Abel, se halla la Furna da Maria Encantada. Aunque es más corta que la cueva anterior, también se trata de un tubo volcánico y, al salir por el otro extremo, se puede ver el impresionante interior de la Caldeira. Si así se desea, se puede continuar por el camino indicado con “Torre” hasta una torre desde la cual se puede contemplar la isla.
Nuestra última parada es el tubo volcánico que recibe su nombre por su olor a azufre. La oficina de turismo situada en la entrada permite aprender sobre la cueva y la geología de la isla. A partir de ahí, se baja por una escalera de caracol hasta las profundidades de la cueva. La Furna do Enxofre es impresionante, y esto se queda corto, con un techo con una forma de cúpula perfecta y un lago en su interior. La cueva es un importante elemento geológico de las Azores y la exuberante vegetación a su alrededor es sorprendente.
Viajar con niños a las Azores a menudo conlleva pasar mucho tiempo en la naturaleza, y Graciosa no es ninguna excepción. La isla rebosa de maravillas geológicas que valen la pena visitar, como la Caldeira da Graciosa o la Furna de Enxofre. También se puede ir a la playa o disfrutar de un baño caliente en las Termas do Carapacho.
Además, a los niños les encantará visitar el Farol da Ponta da Barca o ver los molinos rojos esparcidos por la isla. Hasta se puede reservar para pasar una noche en uno, si se quiere.
Si estás buscando algo más dinámico, se puede hacer una de las rutas de senderismo de la isla, como la que empieza en la Baía da Folga.
Graciosa es conocida por su pescado fresco que suele servirse asado o en caldeiradas (estofados). El melón y el vino son otros de sus productos regionales. También se puede probar su variedad de dulces tradicionales, como los pastéis de arroz y la queijada (tarta de huevo y leche). A continuación, presentamos algunos de los mejores lugares para comer en Graciosa:
Al tener un terreno relativamente llano, Graciosa cuenta con un clima más suave que las otras islas de las Azores. Aunque no llueve tanto como en las otras islas, la mejor época para ir sigue siendo de junio a septiembre. Durante el verano, la probabilidad de que llueva es menor, y la temperatura es más agradable. Del mismo modo, se puede ir durante uno de los festivales locales, muchos de los cuales se celebran en verano.
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