De todas las islas de las Azores, Santa María fue la primera en crearse y algunos de sus restos volcánicos siguen siendo visibles en sitios como Pedreira do Campo y Ribeira de Maloás. Además, Santa María tiene el tiempo más cálido del archipiélago, por lo que a menudo es llamada la isla del sol.
Además de su exuberante naturaleza esta isla está repleta de playas de arena blanca y de paisajes desérticos como el de Barreiro de Feneca con su tan distintiva tierra roja.
A continuación, presentamos un itinerario de 3 días con las mejores cosas para hacer en la isla de Santa María además de recomendaciones sobre dónde comer y dónde alojarse en la isla.
Nuestra excursión en Santa María comienza en la costa en Praia Formosa, una de las pocas playas de arena blanca en el archipiélago. Aquí, el visitante puede disfrutar de un baño o tomarse un cóctel en uno de los chiringuitos con vistas al mar. Además, cada año alrededor del mes de agosto la playa cobra vida y se convierte en un concurrido festival de música conocido como Maré de Agosto.
A continuación, toca ir en dirección norte a Pico Alto que, con sus 590 metros de altura, es el punto más alto de la isla, es decir, es el lugar perfecto para orientarse. Además, este lugar ofrece una panorámica de 360º de la isla y de sus diversos paisajes.
Durante mucho tiempo, los lugareños extraían piedra del cono volcánico de Pico Vermelho. Esta zona se convirtió en una cantera (pedreira) hasta mediados del siglo XX, cuando la isla empezó a usar otros materiales como el cemento y el hierro. Ahora se considera un lugar turístico gracias a sus paredes de roca roja y a un pequeño estanque que se formó con el paso de los años.
La ruta continúa en dirección este hasta llegar a la bahía natural de São Lourenço, una bahía que parece un anfiteatro con terrazas de viñedos frente al mar. El Miradouro de São Lourenço es el lugar ideal para admirar las vistas antes de bajar a la playa, donde se puede nadar o bucear y observar su variada biodiversidad. Desde aquí, los barcos también llevan a los visitantes al Ilhéu de São Lourenço, un pequeño islote cercano que alberga uno de los murciélagos endémicos de la región.
A continuación, toca seguir la carretera hasta el Parque Florestal Fontinhas, una reserva recreativa que es fácilmente reconocible por sus altos cipreses. Este es el lugar ideal para hacer un picnic ya que cuenta con instalaciones para hacer barbacoas, así como un parque infantil.
La Ribeira de Maloás es una llamativa formación geológica de columnas de basalto, similar a la Calzada del Gigante en Irlanda, que surgió como resultado del contacto del mar con la corriente de lava hace millones de años. Recomendamos dar una vuelta por la zona y admirar la cascada de 20 metros de altura.
Hoy nos dirigimos al oeste para explorar el pueblo de Vila do Porto, la capital de la isla. Aquí se puede visitar el Centro de Interpretação Ambiental Dalberto Pombo, un centro interactivo que muestra la colección del naturalista Dalberto Pombo, que estudió la diversa fauna y flora de Santa María. La colección incluye una serie de animales disecados endémicos de las Azores y especies migratorias, además de una sección dedicada a los fósiles marinos llamada Casa dos Fósseis.
Después de recorrer la Casa dos Fosséis, toca explorar el centro histórico. En primer lugar, recomendamos visitar la iglesia de Nossa Senhora da Assunção, una de las iglesias más antiguas del archipiélago.
En segundo lugar, recomendamos visitar la ermita del siglo XV de São Pedro Gonçalves. Esta fue la residencia de África Anes, una de las primeras mujeres que habitó Santa María. Por último, es muy recomendable ir al Forte de São Brás, una fortaleza del siglo XVII construida para proteger la isla de las incursiones.
Para los más aventureros, existe la opción de ir de senderismo ya que hay un camino que conecta Vila do Porto con Praia Formosa que se llama Costa do Sul.
Dentro de Vila do Porto se encuentra el monumento natural de Pedreira do Campo. Con 230 hectáreas, esta zona protegida está llena de rocas volcánicas y fósiles marinos que datan de hace millones de años.
Esta gruta artificial era el lugar donde los habitantes extraían arcilla para fabricar tejas y piedra caliza para las casas tradicionales de la isla. Todavía se pueden ver estalactitas y fósiles marinos en las paredes de la cueva.
La siguiente parada es el Forte da Prainha. Esta fortaleza en ruinas se utilizaba antiguamente como estructura de defensa contra los ataques de los piratas. Hoy en día sirve de mirador y ofrece unas vistas privilegiadas del Atlántico.
Para comenzar la tarde recomendamos tomar un pequeño desvío para visitar la ermita de Nossa Senhora de Fátima. Situada en el Alto das Feteiras, esta capilla se construyó como homenaje a las apariciones marianas de Fátima. Aunque se fundó en 1925, su emblemática escalinata de 150 escalones que representan el número de cuentas de un Rosario, no se terminó hasta cuatro años después. Merece la pena subir a la cima para disfrutar de las vistas de la costa.
La costa norte de la isla está llena de pequeñas y pintorescas bahías y ésta es una de ellas. En medio de los acantilados se encuentra una impresionante cascada de 80 metros que desemboca en la Ribeira do Engenho. La bahía también alberga dos molinos de agua que ahora están en ruinas. Se puede seguir explorando la zona a pie siguiendo el sendero de la Costa Norte o unirse a una excursión en barco para contemplar la bahía y la cascada desde la distancia.
Desde la Baía do Raposo, es recomendable seguir la carretera hasta Barreiro da Faneca. Con una extensión de 830 hectáreas, este desierto destaca por su suelo arcilloso y rojo, por lo que este lugar recibió el apodo de “desierto rojo”. A su alrededor hay un sendero de plantas endémicas como la Picconia azorica y el Laurus azorica. Toda la zona forma parte de un paisaje protegido que alberga también las bahías de Cré, Raposo y Tagarete.
El día termina en el pueblo de Anjos, un pueblo que recibe al visitante con una imponente estatua de Cristóbal Colón ya que, tras su viaje a América en 1492, el navegante se detuvo en la capilla de este pueblo para rezar. La ermita Nossa Senhora dos Anjos es uno de los templos religiosos más antiguos de las Azores que sigue en pie. Después de visitar la iglesia, se puede disfrutar de un baño en las piscinas naturales de la bahía de Anjos y ver cómo se pone el sol.
El tercer día comienza en el Miradouro das Lagoinhas, en el lado este. Desde aquí se puede admirar las vistas panorámicas de la bahía y divisar el cercano islote de Lagoinhas. La zona es ideal para bucear o hacer snorkel.
La ruta continúa en dirección sur, hacia el pueblo de Santo Espírito. Una vez allí, lo ideal es pasear por sus calles y contemplar los edificios históricos, como la iglesia de Nossa Senhora da Purificação. Esta iglesia del siglo XVI tiene una impresionante fachada barroca hecha de basalto de las Azores, una piedra muy típica de este archipiélago. Otro lugar que merece la pena visitar es la Cooperativa De Artesanato de Santa Maria, una pequeña cooperativa en la que se puede encontrar artesanía local, así como dulces tradicionales.
Desde Santo Espírito, los más aventureros pueden seguir la ruta de senderismo hasta Maia, donde se encuentra la Cascata do Aveiro. También está la posibilidad de llegar en coche.
La Cascata do Aveiro es una de las principales atracciones de la isla que, con 100 metros de altura, es una de las cascadas más altas de Portugal. El agua desciende hasta una pequeña laguna repleta de patos que nadan plácidamente. Para ver la cascada en su máximo esplendor, lo mejor es visitarla en invierno.
A unos pocos kilómetros de la cascada se encuentran las Piscinas da Maia. Estas piscinas naturales son el lugar perfecto para refrescarse en verano. Además, suele haber un socorrista, por lo que también son seguras para las familias con niños.
La última parada de nuestro recorrido es Ponta do Castelo. Durante mucho tiempo, esta zona fue un centro de caza de ballenas, una de las antiguas actividades económicas de la isla. Aquí hay un mirador y una fábrica en ruinas en la parte inferior donde los lugareños solían capturar las ballenas. Hoy en día, la gente viene aquí por las espectaculares vistas del mar, especialmente cerca del Farol de Gonçalo Velho, un faro que se alza al borde del acantilado.
Si se tiene algo de tiempo, también se puede explorar unos islotes llamados Ilhéus das Formigas. Estos ocho islotes están a unos 37 km al norte de Santa María y forman parte de una reserva natural, por lo que constituyen un lugar privilegiado para la observación de aves y el buceo. Si se tiene suerte, se podrá llegar a ver una manta raya nadando por las inmediaciones.
Hay varias cosas que hacer con niños en la isla de Santa María. En primer lugar, se puede visitar el Centro de Interpretação Ambiental Dalberto Pombo, el lugar perfecto para aprender más sobre la fauna y la flora de la isla, incluido el recorrido que hace la tortuga boba por el mundo. Además, los niños tendrán la oportunidad de ver de cerca fósiles marinos y de participar en un juego interactivo en la Casa dos Fósseis.
Como la naturaleza es el elemento principal de las Azores y la isla de Santa María no es ninguna excepción, las familias podrán explorar increíbles atracciones naturales, desde el desierto rojo de Barreiro da Faneca hasta el exuberante paisaje montañoso de Pico do Alto.
Además, también hay muchas bahías pequeñas donde se puede ir a nadar, sin olvidarnos de la joya de la corona: Praia Formosa, una de las pocas playas de arena blanca del archipiélago.
El pescado fresco, el marisco y la carne de vacuno son los ingredientes esenciales de la cocina azoriana, pero cada isla tiene sus delicias únicas. Los platos típicos de Santa María son la Sopa de Espírito Santo, una rica sopa hecha con carne de vacuno, menta y pan; la Caçoila, un guiso de carne de vacuno cocinado en una sartén de terracota; y el Polvo Guisado em Vinho de Cheiro, un guiso de pulpo cocinado con vino local. A continuación, presentamos algunos de los mejores lugares para comer en la isla de Santa María:
Como isla del sol, la mejor época para visitar Santa María es el verano, ya que el tiempo es mucho más cálido y puede aprovechar al máximo las playas y las piscinas naturales. Además, esta época es también cuando la isla acoge muchos de sus eventos y fiestas tradicionales. Obviamente, también se puede disfrutar de esta isla y de sus excursiones y paisajes en otras épocas del año.
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