A orillas del río Gilao se encuentra Tavira, una de las ciudades más impresionantes del Algarve Oriental. Esta ciudad fue gobernada por los moros entre los siglos XVII y XIII, una influencia que, todavía hoy, es visible en la arquitectura de la región.
En el siglo XVII, Tavira se convirtió en uno de los principales puertos comerciales del Algarve, comercializando con productos como sal y pescado seco. Todavía hoy Tavira conserva gran parte de su encanto, con callejuelas empedradas y casitas encaladas a ambos lados del río.
Sus principales atractivos son las iglesias, las murallas del castillo y las impresionantes playas que rodean la Ría Formosa. Nuestro itinerario de dos días te muestra las mejores cosas que hacer en Tavira.
El día comienza con una visita al Mercado da Ribeira, un mercado del siglo XIX en el puerto marítimo. Los puestos de comida se han reemplazado por pequeñas tiendecitas y cafeterías, donde podrás tomar algo de comer. Si quieres probar productos frescos, dirígete al Mercado Municipal de Tavira a unos pocos minutos al oeste.
La visita continua por el paseo marítimo, hasta llegar a Jardim do Coreto. Este encantador jardín está rodeado de palmeras y bancos de “madera roja” que llevan hasta un precioso kiosko de música. Es el parque público más antiguo de Tavira, construido en la década de 1890.
Siguiendo este camino, llegarás hasta la Plaza de la República, la plaza principal de Tavira. Esta plaza está llena de cafeterías y restaurantes, así como el ayuntamiento y la oficina de turismo. Aquí se celebran numerosos eventos a lo largo del año, como los desfiles de carnaval.
En esta plaza también se encuentra el Museo Islámico de Tavira. En su interior, encontraréis varios objetos descubiertos por toda la ciudad relacionados con las raíces árabes de la ciudad. Entre las piezas más importantes de la colección destaca el Jarrón de Tavira, una pieza de cerámica ornamentada con figuras y animales por el borde.
Sigue caminando hasta la Igreja da Misericordia, la mejor iglesia de Tavira. Erigida en el siglo XVI, la iglesia es un monumento renacentista con un altar dorado tallado y tres naves cubiertas con paneles de azulejos azules y blancos que representan la vida de Cristo. Te recomendamos subir al campanario a disfrutar de unas vistas panorámicas de la ciudad.
Hay otras iglesias que también merece la pena visitar en Tavira, incluido la Igreja de Santa Maria do Castelo, Igreja de Sao Brás, Igreja de Sao Paula e Igreja de Santa Ana.
A unos pocos minutos de la iglesia encontrarás la parte principal del Museo Municipal de Tavira. En el lugar de un antiguo poblado fenicio, este museo ofrece exposiciones sobre la historia de la ciudad y sus tradiciones pesqueras. También encontrarás una sección dedicada al arte contemporáneo.
Es fácil observar el castillo de la ciudad, ya que sus muros de piedra destacan entre los edificios encalados. Esta antigua fortaleza árabe se construyó para proteger Tavira y su puerto pesquero de los piratas. Entra y disfruta de las vistas de toda la ciudad: el río, las torres de la iglesia, y a lo lejos, las lagunas de la Ría Formosa.
A pocos pasos del castillo se encuentra una de las muchas iglesias de Tavira, la Igreja de Santa Maria do Castelo. El edificio data del siglo XIII y probablemente se erigió en el emplazamiento de la antigua mezquita de la ciudad. Inicialmente siguió el estilo gótico, pero tras el terremoto de 1755, la iglesia sufrió graves daños y tuvo que ser reconstruida. Se conservan algunos elementos góticos en la puerta principal y el rosetón. En el interior, sin embargo, encontrará azulejos del siglo XVIII y retablos dorados.
Tras la visita a la iglesia, dirígete al otro lado de la carretera, hasta la Torre de Tavira. Desde el exterior, la torre puede parecer una torre de agua normal y corriente, pero en su interior, encontrarás una cámara oscura que utiliza espejos y lentes para proyectar una vista de 360 grados de Tavira. Puedes subir por las escaleras o subir en ascensor hasta la cima, donde un guía te ofrecerá una visita de la ciudad.
Termina el día con un paseo por el Ponte Romana. A pesar de su nombre, este "Puente Romano" fue erigido en realidad en el siglo XVII. Sin embargo, parece mucho más antiguo por el estilo de sus arcos. El puente es el lugar perfecto para capturar una vista de postal de la ciudad y de la ribera.
El segundo día lo pasarás explorando las playas e islas de Tavira. Desde Casi das Quatro Águas, puedes coger un barco hasta Ilha de Tavira. Navegarás durante 10 minutos por las salinas de la Ría Formosa antes de llegar a esta encantadora isla. Una vez allí, tendrás que atravesar un pequeño pinar para llegar a la primera playa: Praia de Tavira. Un poco más lejos están las playas de Praia da Terra Estreita, Praia do Barril y Praia do Homem Nú. Esta última está reservada al naturismo. La isla se encuentra dentro del Parque Natural de Ria Formosa, una de las maravillas naturales de Portugal y refugio de aves migratorias, como flamencos y garcetas.
Vuelve hacia la costa para visitar las salinas de
Tavira. En este lugar se produce sal desde la época romana. Muchos de estos
lugares están abiertos a los turistas, permitiendo que conozcan mejor la
historia del oficio y el proceso de extracción. También encontrarás rutas de
senderismo y ciclismo que atraviesan la zona.
Conduce unos minutos hacia el oeste, hasta el pueblecito pesquero de Santa Luzia. A lo largo del puerto, encontrarás coloridos barcos de pesca y pequeños transbordadores que anuncian las salidas a Praia da Terra Estreita. El pueblo es conocido como la Capital del Pulpo, así que no puedes marcharte sin probar este manjar local.
Un poco más lejos de Santa Luzia se encuentra la localidad de Pedras d'el Rei. Desde aquí, puedes seguir un sendero o tomar un tren turístico hasta Praia do Barril. Entre las dunas hay una hilera de anclas oxidadas enterradas en la arena, apodadas el Cementerio de Anclas. Recuerdan a la industria atunera de la isla, hoy desaparecida.
Dirígete a Cabanas de Tavira, una pequeña ciudad repleta de restaurantes de marisco que en su día fue un asentamiento de pescadores. Disfruta de un paseo por sus calles y luego sube a otro barco hacia Ilha de Cabanas. La isla es algo más pequeña que Ilha de Tavira, pero igual de impresionante, con su suave arena acariciando las aguas cristalinas de la Ría Formosa. Aquí sólo hay una playa que se extiende a lo largo de 7 kilómetros, con varios servicios, como cafetería, tumbonas y duchas.
El día finaliza en Cacela Velha, otro pueblo de pescadores entre Tavira y Vila Real de Santo António. El pueblo en sí es bastante pequeño, pero ofrece magníficas vistas tanto del mar como de las lagunas de Ria Formosa. Lo mejor de Cacela Velha es su playa. Para llegar a ella, hay que conducir hasta el Sítio da Fábrica, coger un barco o esperar a la marea baja para cruzar el río a pie.
Tavira es un gran destino familiar. Hay muchas playas que explorar, a muchas de las cuales se puede llegar en barco o en tren, lo que lo convierte en una atracción divertida en sí misma. Por el camino, a menudo se pueden avistar muchas aves que anidan en la reserva natural de los alrededores. En el centro de la ciudad, puede visitar varias atracciones, como la Cámara Oscura, el Castillo de Tavira y el Centro de Ciencias de Tavira, que cuenta con exposiciones científicas interactivas. Además, hay muchos jardines donde los niños pueden correr libremente, como el Jardim do Coreto. En la zona también se pueden hacer excursiones en bicicleta y en kayak.
En el centro histórico de Tavira encontrará varios restaurantes que sirven platos regionales y vino de la tierra. El atún, el pulpo y el pez espada son algunos de los ingredientes más populares aquí. Si va a compartir una comida, pida la cataplana, un delicioso guiso de marisco cocinado en una sartén de cobre. A continuación, algunos de los mejores lugares para comer en Tavira:
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Tavira tiene un clima mediterráneo con veranos relativamente calurosos, e inviernos suaves. El verano es la estación más calurosa, con temperaturas que alcanzan los 30ºC. El sol está prácticamente todo el día, por lo que es una época ideal para ir a la playa. Eso sí, puede estar un poco masificada en algunas zonas. La primavera y el principio del otoño ofrecen temperaturas algo más bajas (entre 15ºC y 25ºC), pero hay menos gente y el alojamiento suele ser más barato. En esta época también se puede disfrutar al máximo de las actividades al aire libre y de muchas fiestas locales.
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